Soy Abigail: Mujer, salvadoreña y experta en tecnología
¡Hola a todos! Mi nombre es Abigail Pérez, nací en San Salvador, El Salvador y vengo de una familia de escasos recursos. Recuerdo que cuando estaba en noveno grado, estudiaba en una escuela pública y tenía una profesora que impartía clases de Computación, experiencia que me emocionaba por la posibilidad de aprender atajos o accesos rápidos para darle comandos a la computadora.
Con ella di mis primeros pasos usando Windows y el hecho de “automatizar”, ya sea ahorrando clics o pasos para indicarle qué hacer a la computadora, fue lo que llamó mi atención, interesándose por investigar o repetir el proceso en un nuevo software que conociera. Además, cuando aprendía Excel, el hecho de crear fórmulas según la lógica y análisis, fue muy positivo. Esos factores me inspiraron para estudiar Ingeniería en Sistemas Informáticos.
Al momento de estudiar Bachillerato, le dije a mis padres el lugar donde soñaba estudiar: un colegio privado, con reputación de exigencia académica, algo que yo aspiraba experimentar. Lastimosamente, mis padres me dijeron que no tenían la capacidad económica para pagar la institución donde me interesaba estudiar.
El primer paso
Mientras cursaba noveno grado y, al igual que en años anteriores, mis resultados académicos eran sobresalientes, sobre todo en Matemática, mi materia favorita. Era un día de mayo cuando mi profesora me notificó que, gracias a mi rendimiento académico, fui seleccionada para ser parte de un programa de becas dirigido a jóvenes de escasos recursos y de zonas vulnerables. El programa empezaba de cero y buscaba a estudiantes sobresalientes de cada institución seleccionada para beneficiarlos con la iniciativa.
El Programa Supérate (actualmente Oportunidades) era parte de las iniciativas sociales de la Fundación Gloria de Kriete. Con mucha ilusión, decidí aceptar los beneficios y responsabilidades de tremenda oportunidad académica con el objetivo de recibir formación complementaria a la educación formal. Las áreas que el programa buscaba potenciar en los jóvenes eran Inglés, Computación y Valores. En un inicio, el programa estaba focalizado para dar formación para 3 años, es decir, a lo largo de 9 noveno grado hasta Bachillerato.
Agregar carga académica adicional significó muchos cambios y desafíos tanto para mí y para mi familia. En lo personal, cambió mi rutina diaria, ya que después de terminar la escuela, en vez de regresar a casa y realizar en la tarde las tareas o mis actividades como adolescente de 15 años, me pasaba otras 3 horas adicionales estudiando en la beca.
La parte que muchos desconocen
Para ir a estudiar, siempre me movilicé por transporte público, aunque yo deseaba que mis padres pagaran un microbús privado para que me llevara y recogiera en la escuela, pero esto no fue posible por las mencionadas condiciones económicas. Dado lo anterior, viajaba sola en bus desde los 10 años. En todo este tiempo, tuve diferentes experiencias, desde el tipico acoso de hombres hasta intento de abuso sexual, robo de mis pertenencias y presenciar cómo robaban a otras personas. Cada día, salía con el temor a que se repitiera la misma situación incómoda mientras iba en el bus.
Además de lo anterior, buena parte de mi formación académica la pasé sin internet en casa y, para solventar las tareas debía ir a los cibercafés, donde se paga por navegar en internet cierta cantidad de tiempo. Recuerdo que muchas veces todavía estaba en el cibercafé a las 11 p. m. y me decían que debía retirarme porque necesitaban cerrar el lugar.
El apoyo de mi familia fue vital. Para suplir los gastos de transporte y alimentación en mi etapa como estudiante, mi mamá salía a trabajar muchas horas bajo el sol y la lluvia, vendiendo de casa en casa productos de belleza, ropa, entre otros.
Cuando terminé mi Bachillerato y entré en la etapa de educación superior, nuevas puertas se abrieron. La fundación que me brindó la beca me dio la oportunidad de conectar con 3 nuevos benefactores económicos. La ayuda que recibí en ese momento me permitió acceder a mi primera laptop, herramienta indispensable para mi carrera que mi familia no podía costear. Por supuesto, el acceso a una laptop también aumentó el temor al viajar en bus, debido a que la utilizaba diariamente en mis trabajos universitarios, pero ese miedo nunca me bloqueó para continuar y terminar mi carrera.
¿Saben qué? Resultó que la beca añadió más valor a mi persona que cualquier otra institución privada que hubiese deseado en Bachillerato.
Empoderamiento para el mundo tech
Hace siete años estuve en un programa dedicado a mujeres que deseaban incursionar laboralmente en el mundo de la tecnología. De 800 personas que aplicamos, quedé entre las 30 seleccionadas para recibir la capacitación, impartida en conjunto con diferentes empresas privadas. Esta experiencia me abrió el camino para una pasantía en Desarrollo de Software y después para mi primer empleo formal como programadora .Net.
Durante la pandemia, el Gobierno de El Salvador lanzó un proyecto de Habilidades para Freelance Online, el cual me brindó el entrenamiento necesario para posicionar mi CV y mis servicios de desarrollo de software en modalidad remota.
Actualmente, y luego de tantos retos, soy graduada de Ingeniería en Sistemas Informáticos y trabajo remotamente para una empresa de EE. UU.
En un día normal de trabajo, empleo con mis compañeros (entre los cuales hay de México, Estados Unidos e India, yo soy la única salvadoreña) la metodología Scrum, al tiempo que participo en la planeación, refinamiento de tareas y retrospectivas de las iteraciones ejecutadas. El 80% de nuestro tiempo técnico lo dedico a leer y revisar código, mientras que el 20% restante lo concentro en escribirlo.
Eso no significa que no haya espacio para actividades adicionales como reuniones o actividades. De hecho, en varias de ellas compartimos alguna experiencia, comentario o anécdota particular (por ejemplo, lo hecho en nuestras vacaciones). También celebramos los cumpleaños de cada mes, algo que nos saca de la rutina porque hay juegos o rifas y aprendemos sobre el origen de ciertos días festivos de Colombia, México, Estados Unidos y Costa Rica como el Día de la Madre, Día del Amor y la Amistad, Semana Santa, Halloween, Día de los Muertos, Días de Independencia, Navidad y Año Nuevo, entre otros.
Un logro reciente en mi carrera fue el reconocimiento que me hicieron en septiembre por mi desempeño. Fue algo muy especial porque además de valorar mi esfuerzo, me beneficiaron económicamente. Siendo sincera, no me lo esperaba, pero me alegré mucho porque coincidió con mi cumpleaños.
Los frutos del esfuerzo hasta ahora
Hoy es tiempo de cosechar todo lo que sembré en los últimos 10 años de mi educación. Ese esfuerzo que hice entre la escuela, los cibercafés y las dificultades del día a día lo veo recompensado en hacer realidad mi sueño de trabajar en el extranjero.
Gracias a mi trabajo visité Colombia para una pasantía profesional. Fue una experiencia que me marcó para siempre porque significó salir de mi zona de confort y cubrí esa experiencia con mis propios ahorros.
En un campo más personal, después de ese viaje cumplí el sueño de mi papá de viajar a otro país. En octubre de este año viajé con mis padres y mi hermano a Machu Picchu, un destino muy memorable y satisfactorio a nivel personal. Además, he ido a Estados Unidos, algo demasiado especial porque volví a ver a amigos y familia que tenía más de 20 años de no ver.
La marca de mi país
El Salvador, y su gente me han dado los cimientos para desarrollar mi potencial en el mundo de la tecnología. En mi trayectoria profesional y académica he sido pionera en ser beneficiada por los diferentes programas que mencioné anteriormente. Lo que puedo resaltar de mi país es que toda mujer con deseos de superación puede llegar tan lejos como se lo proponga.
Estoy convencida de que siempre hay gente de diferentes rubros buscando emprender socialmente para mejorar el desarrollo humano y económico de El Salvador, así como también hay personas que no se conforman y quieren ver una transformación en su realidad.
Gracias por leerme.
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