Lo imprescindible de ser prescindible
Imagina este escenario: Eres un dev web fullstack, comienzas un nuevo día y despiertas con ánimo de ir a tu oficina o conectarte vía remota. Preparas tu bebida caliente, llegas al trabajo y todos te reciben como héroe porque, a fin de cuentas, saben que solo tú puedes resolver ese error que nadie ha logrado descifrar, pero tienes que hacerlo rápido porque dentro de un par de horas debes ir a una reunión con el equipo de Ingeniería a la cual no puedes faltar: se va a discutir la nueva infraestructura del proyecto y quién mejor para dirigir los planes sino tú, la gran navaja suiza. Si fueras futbolista, pudieras jugar como arquero, darte un pase largo a ti mismo y encajar un golazo.
Esa figura no es nada inusual. De hecho, es algo muy común que suele sucederle a los devs juniors o semiseniors en startups, las cuales no cuentan, por lo general, con grandes protocolos organizacionales sino que, más bien, invitan a todos los miembros a hacer un poco de todo. Es tan usual que muchos desarrolladores o ingenieros de software pasan a ser conocidos como el todero, el desarrollador unicornio e incluso, en la comunidad anglo, les llaman Hero Developer.
Ya te he mencionado algunas pistas pero, ¿por qué es esto un error?, ¿por qué es común entre los juniors e incluso, los semisenior?, y, sobre todo, ¿cómo podemos salirnos de ese patrón del mal (y no me refiero a tu jefe)?
Acompáñame a entender las razones y al final te daré una lista de recomendaciones para que seas el precursor de una vida laboral y un ambiente más sano, no solo para ti sino también para tus compañeros.
El origen
Como la mayoría de nuestra cultura, todo se trata de una sucesión de costumbres, creencias y comportamientos que a algunos de nuestros antepasados le resultaron convenientes o lógicos, por lo que quisieron transmitirlo a los demás para lograr que fuera la regla y no la excepción.
Pero, ¿cuál es el origen de la tendencia de convertirse en el unicornio de la sala? La respuesta exacta es muy difícil de precisar, pero podemos decir que todo comenzó allá por los 70 cuando la economía basada en la escasez se convirtió en la más frecuente. Es decir, “si yo tengo algo que tú no tienes, por consecuencia, yo tengo algo de valor”.
Ese era más o menos el credo para la economía de la época. Ahora, ¿qué tiene que ver esto con ser el héroe? Empecemos por aquí: ¿Qué define a un superhéroe? ¡Sus superpoderes! Y ¿cuál es la particularidad de esos superpoderes? ¡Exacto! Que solo un pequeño grupo de personas los tiene, es decir, son algo especial.
Ser quien podía hacer todo y resolver los problemas era no menos que el boleto de cualquier persona para convertirse en alguien profesionalmente exitoso, pero ¿por qué en nuestros días ya no es algo bueno para nosotros?
La verdad, jamás lo fue: quienes hemos tenido la experiencia de ser ese personaje sabemos que esto no es una buena señal de tu presente en esa empresa (eso sin mencionar lo extremadamente agotador de ser “el que debe y el único que puede” resolver los problemas).
La diferencia entre los 70 y nuestro presente recae en que la industria del software es producto de la economía postescasez, es decir, el credo que hace un rato parafraseamos. En la actualidad, se vería algo más parecido a “tengo algo de gran valor, ¡quiero compartirlo con quienes pueda!”. Nuestra industria de software se basa en la premisa de que todos tenemos acceso a ella y los productos que generamos.
Si todos tenemos acceso al software y la programación y, justamente es este el objetivo, no tiene mucho sentido seguir guardando habilidades y conocimientos, que eventualmente nos conduce a transformarnos en el que todo lo hace. Conociendo la filosofía que gobierna nuestra industria, ahora resulta más adecuado compartir los conocimientos en lugar de protegerlos. Ten presente que, varias mentes trabajan mejor que solo una y que, nuestro tiempo y desafíos pueden ser mejor gestionados si no estamos agobiados al saber que estamos trabajando solo en la punta del iceberg de tareas pendientes.
Mira el panorama de tus acciones
Hagamos un ejercicio: creemos un escenario ficticio donde somos una empresa que cuenta con un equipo de diez devs y vienen otros nuevos ingenieros en camino, así que tenemos la necesidad de crear una nueva posición que supervise a todos estos ingenieros para que no haya trabas. Es momento de evaluar los candidatos entre los diez ingenieros originales, por lo que asumiremos que todos ellos tienen la misma experiencia en sus labores y, a su vez, la misma antigüedad en la empresa.
Entre los perfiles destacan dos ingenieros. Uno de ellos es el gran desarrollador, ¡es tan pero tan bueno desarrollando que ninguno de sus pares se le acerca en talento! ¡Nadie entiende cómo lo hace!
El otro ingeniero tiene un buen rendimiento, sus compañeros lo respetan igual que al primero, toma sus descansos cuando están permitidos y ha comentado que en su tiempo libre está estudiando nuevas áreas. ¿A quién escogerías? ¿A quien no tiene comparación alguna y quedarte sin el mejor programador de toda la empresa, o le das una oportunidad al otro ingeniero y, en el peor de los casos, puedes recurrir a otra opción pero, no habrá grandes riesgos para el rendimiento del equipo?
Suena un poco confuso pero, en estos casos, ser el único que anota los goles no te convierte en capitán.
No podemos cambiar el mundo sin cambiar nosotros primero. Tenemos que revisar si nosotros mismos no somos quienes tendemos a irnos por ese camino o si bien es algo en el entorno de nuestra empresa que nos empuja a ese destino.
¿Qué es exactamente lo que buscamos? Aquí está una lista de tres elementos que nos ayudarán a diagnosticar si nos dirigimos al lado oscuro de la Fuerza:
1.- “¿Y resolvemos el bug en producción?” y “no te preocupes, yo lo hago”
Frases memorables dichas antes del desastre. Sobre la primera frase, sobran las explicaciones pero, ¿qué hay de malo con la segunda? Redimir a alguien más de sus responsabilidades descritas, independientemente de sus capacidades o desempeño, es un síntoma prematuro de que domas el toro a solas y no con la ayuda de tu equipo.
2.- El bug que desafía las leyes del tiempo
¿Te resulta cotidiano tener un desafío en frente, sientes que es demasiado, pero con determinación te dices “¡Vamos, tu puedes lograr esto!” y al final del día, logras hacerlo? Si dijiste que sí, pues, tenías razón.
Aunque no exista una medida global que precise o defina en cuánto tiempo un bug se transforma en un blocker, puedes estar seguro/a de que si tu tarea era desarrollar un nuevo conjunto de endpoints para la nueva entidad de tu API, no es ideal que hayas invertido todo un dia de trabajo, al menos ocho horas, en un solo problema que pudiste haber consultado con tu equipo a ver si, por lo menos, alguien más lo había experimentado antes.
3.- Tus scrum updates son un monólogo
Tu equipo da sus updates en la reunión y cada uno de los integrantes enumera uno o dos detalles. Cuando es tu turno, sacas una lista parecida a ésta:
Aquí puedes estar seguro/a de dos elementos: El primero, tienes que hablar con tu Scrum Master o con tu equipo sobre la carga de trabajo, sobre cómo está (des)balanceada y distribuida. El segundo es que si esto es cotidiano, todos los presentes en tus reuniones voltearán los ojos del aburrimiento cuando sea tu turno de hablar.
Echa un vistazo a tu alrededor
¿Quiénes te acompañan en tu día a día? ¿Con quiénes pasas, por lo menos, ocho horas de tu jornada? ¡Exacto!, ¡tus compañeros de trabajo! Siempre recuerda que quienes están a tu lado regularmente, o bien pasaron por los mismos filtros de selección que tú o llevan mucho tiempo haciendo sus labores dentro de la empresa.
Idealmente, todos hablan con la misma jerga, entienden de tecnicismos como tú y comparten capacidades. Por ende, ustedes forman un equipo de trabajo donde cada uno es un engranaje que funciona en conjunto para una gran meta. El sueño de cada uno de nosotros debería ser formar parte de un equipo donde no existan héroes (con o sin capas), sino que más bien todos jueguen en conjunto y mejoren como equipo e individualmente.
Probablemente, tengas una pregunta merodeando tu cabeza: “Si todos hacemos lo mismo, ¿cómo atraer la mirada de la directiva hacia mí? ¿Cómo paso a ser ese segundo candidato con respeto de sus pares y que terminó convirtiéndose en el nuevo jefe?
La respuesta es sencilla: el rol que tanto has anhelado toda tu vida no es el de ser el gran engranaje, sino más bien ¡el de un buen aceite! ¿Entiendes a qué me refiero? En esta última sección, vamos a explorar las recomendaciones para evitar ser el unicornio de tu equipo o empresa sino más bien quien resalta de manera sana de entre sus compañeros y aspira a un rol más elevado.
La receta secreta
Ser un buen compañero es lo mínimo que podemos hacer, pero ser percibido como un factor de cambio es la manera correcta de destacar sin ser perjudicial para ti o para la empresa donde estés. El objetivo pasa por ser aquel miembro del equipo que funciona como un líder, pero, ¿cómo evitar ser un héroe?
A continuación va una lista con 3 recomendaciones que pueden ayudarte a lograr ese objetivo:
1.- Preocúpate porque todos tengan los mismos conocimientos y habilidades
Por ejemplo, si encontraste un método más eficiente para maquetar estructuras complejas en el frontend, no te quedes con eso solo para ti, compártelo con el equipo. El conocimiento de ese método empleado por todos se traducirá en mayor productividad que aislarlo en una sola persona.
2.- Todos para uno, y uno para todos
Organizar una reunión semanal para compartir estas habilidades o recomendaciones es una excelente manera de promover esa retroalimentación interna. Si tu empresa no lo emplea en la actualidad, mejor para ti, eres la persona ideal para proponerlo y este es un buen ejemplo de tomar un liderazgo sano dentro del entorno de trabajo.
3.- Nuestra reputación
La mayoría de nuestros jefes no trabajan codo a codo con nosotros: la percepción que ellos tienen de su equipo suele ser puramente anecdótica, basada en los comentarios, opiniones y reacciones de los demás que sí te rodean.
Procura ser un garante de respetar los valores y visiones de la empresa y de tu equipo. Pero el mejor ejemplo, y probablemente, de los mejores métodos para generar buenos testimonios sobre ti es haciendo que tu equipo crezca a tu lado.
Si consideras estas recomendaciones, cuando ese supuesto caso de una vacante vuelva a darse en tu trabajo, tu nombre no será un sinónimo de ese héroe que sólo él o ella puede resolver esa tarea. Cuanto más mejores en tu trabajo, por consecuencia, serás un buen miembro de equipo, pero cuanto mejor sean quienes te rodean gracias a ti, entonces serás un excelente líder.
¡Todo el éxito! ¡Hasta luego!
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