Bienvenido al mundo laboral

Bienvenido al mundo laboral

Es muy normal que alrededor de ciertas carreras se creen diferentes ideas o prejuicios acerca de quienes las ejercen. Por ejemplo,  en mi ciudad (por lo menos), las personas que eligen una Licenciatura enfocada a Humanidades son personas extrovertidas que aprecian el contacto humano, mientras que aquéllos sumamente teóricos y se funden en libros eligen carreras del área de salud, como Medicina. Por último, estamos los introvertidos que optamos por ingenierías o carreras enfocadas en tecnología.

Recuerdo muy bien mi criterio para elegir mi carrera en ese momento. Fue, básicamente, algo como: “Quiero estudiar una carrera donde pueda estar en una computadora y no tener contacto con personas”, un pensamiento que, hasta la fecha, me da risa por lo drástico e irreal que suena, ya que con el tiempo descubrí que las computadoras en vez de alejar a la gente, las acerca cada vez más.

Pero este pensamiento inicial hizo que mis primeras relaciones laborales fueran complicadas y hasta cierto punto difíciles para mí. A decir verdad, mi idealización del mundo laboral fue muy distinta a la realidad, y más por que me di cuenta de que no importa si eres el mejor programador del mundo: si no sabes interpretar las necesidades de un cliente, los requerimientos de tu jefe o no llevas una buena relación de equipo con tus colaboradores, vas a tener serios problemas.

Después de esta exhortación, quiero contar mi experiencia y espero que, como todo en esta vida, sepamos aprender de lo malo y quedarnos con lo bueno, porque no todo es negro o blanco. Sin más dilación, ¡aquí voy!

Cuando estaba en mi cuarto semestre de la carrera (o sea, a medio camino), me hicieron varias propuestas de trabajo enfocadas a mi área, cuestión que me emocionó mucho pues lo consideré como buen augurio de mi futuro éxito profesional el hecho de ejercer sin siquiera haber egresado de la universidad. En ese entonces, estaba por cumplir apenas los 20 años y, como todos a esa edad, sentía que tenía que demostrar al mundo mi potencial.

Entonces llegó mi primer gran reto: un amigo a quien conocía desde hace años me invitó a sumarme a su equipo de trabajo en una agencia de marketing, donde buscaban a un desarrollador sin mucha experiencia para hacer publicidad por medio de sitios web para sus clientes. Para mi yo actual, eso sería  pan comido, pero en 2015 sentí que estaba frente a un monte Everest. Cuando me hicieron algunas preguntas, me di cuenta de que mi 100 perfecto en calificación de desarrollo web no me estaba haciendo justicia. Para resumir, la entrevista fue más o menos así:

-Dueño de la agencia: ¿Qué necesitamos para crear un sitio web?

-Yo: Pues un diseño, imágenes, tipos de fuentes y creo que es todo.

-Dueño de la agencia: Y si te doy eso, ¿puedo tener mi sitio ya en línea para mi cliente?

-Yo: No, necesitamos un dominio y un servidor donde alojarlo.

-Dueño de la agencia: ¿Y eso cuánto cuesta?

-Yo: (silencio).

Hago una pequeña pausa en este punto. Mi yo de ese entonces nunca había salido de su entorno local. Si se corrían los sitios en sus servidores Apache, sabía que necesitaba infraestructura, pero no tenía ni idea siquiera de cómo hacer la compra en línea de esos servicios, mucho menos de cuál era la mejor opción. Seguimos con la entrevista del terror:

-Yo: Necesito investigar— Después de un incómodo silencio como por 10 segundos y en voz baja.

-Dueño de la agencia: ¿Cómo? ¿No me dijiste que ya habías hecho páginas web?

-Yo: Sí, pero todo en mis clases.

-Dueño de la agencia: ¿Entonces cómo puedo confiar en que sabes lo que haces?

-Yo: (silencio).

Aquí fue la primera vez cuando me sentí acorralado y frustrado. Lo que asumí como una labor fácil de sentarme a programar, se convirtió en un interrogatorio que nunca pensé vivir a lo largo de mi trayectoria profesional. Suena muy dramático, pero créanme cuando les digo que era muy grande mi pesar en ese momento.

A resumidas cuentas, salí de ese lugar con la moral por los suelos, pero con el compromiso de llegar en la siguiente junta con la actitud de responder a todo lo que se me preguntara. Después de consultar mil servicios de hosting, dominios y costos, hice una comparativa innecesariamente grande que terminó por convencer al dueño de la agencia, quien me preguntó si podríamos iniciar con el sitio web de la compañía de su papá, planteándolo como un reto para evaluar mis capacidades. En ese momento, no lo vi como una red flag pues, siendo honesto, era una oportunidad de aprendizaje y, al mismo tiempo, una forma de limpiar esa mala primera impresión que pensé que había dejado en él.

Ustedes me dirán: “bueno, pues ya empezaste a trabajar”. Efectivamente, era un trabajador, pero sin salario. Además, ese sitio que pensé que sería mi carta de presentación, se convirtió en una tanda de responsabilidades extras para mí. Al no saber poner límites, comenzó una sucesión de abusos de parte del dueño de la empresa porque el sitio que construí sin experiencia necesitaba soporte. Aparecieron bugs al no haber sido probado y como la página fue un éxito (al parecer) entre los amigos del papá de mi “jefe”, fue la materia prima crear clones de esos sitios y así emprender esa nueva iniciativa de la agencia de publicidad.

Al poco tiempo, la persona que me recomendó me preguntaba que cómo me estaba yendo con el trabajo, a lo que le respondí que todo iba bien, con excepción de que ya tenía casi 5 meses con ellos  sin recibir un centavo, detalle que disgustó mucho a mi amigo al tener noción de que el dueño cobraba gracias a mi trabajo.

Un día, con mucha determinación y con la voz temblorosa, me atreví a decirle que no iba a teclear una letra más si no veía nada de ingresos. A regañadientes aceptó y empezó a pagarme un sueldo, aunque bajo en comparación con el precio en el que vendía mis sitios. Sin embargo, solo pude soportar esa situación un mes por la gran cantidad de labor y responsabilidad que me asignaba. La ganancia no era mucha y la presión con la escuela se convertía en un martirio.

Me salí de ese lugar, y verdaderamente sentí el mundo derrumbado por considerar muy insatisfactorio mi primer paso en el mundo laboral. Al poco tiempo, se presenta otra oportunidad en una empresa mejor establecida, así que con mucho miedo decidí tomarla. ¿La verdad? Esa nueva experiencia se sintió como cuando agarras una bocanada de aire después de estar mucho tiempo bajo el agua, pues además de ya estar con un equipo de desarrolladores, tuve una mejor orientación de un desarrollador SR.

Muchos dirán que esa etapa inicial fue una pesadilla, pero si algo me ha quedado claro es que todo en esta vida tiene su porqué. Además, esa agencia de publicidad fue como mi caja de arena para experimentar y jugar con ambientes reales. Si se lo preguntan, nunca tomé represalias con aquella agencia:  al final de cuentas, me beneficié más de ellos que   ellos de mí. Dato curioso: supe que, eventualmente, la agencia cerró sus puertas poco antes de la pandemia, situación que si bien no me da alegría, refuerza mi idea de que lo hecho con maldad no da frutos.

Para terminar, me gustaría enlistar los aprendizajes recibidos en esta etapa:

  • Motivación y disciplina: Trabajar y estudiar al mismo tiempo requiere una gran cantidad de autodisciplina y motivación. Aprender a mantener el enfoque y la dedicación puede ser una habilidad valiosa que te ayudará a lo largo de tu vida.
  • Desarrollo de habilidades sociales: La interacción con colegas, compañeros de clase y clientes en un entorno laboral puede mejorar tus habilidades sociales y de comunicación, lo cual es beneficioso en cualquier carrera profesional.
  • Flexibilidad y adaptabilidad: Al equilibrar el trabajo y los estudios, desarrollas una mayor capacidad de adaptación y flexibilidad, lo que puede serte útil en el futuro a medida que enfrentas nuevos desafíos y cambios en tu vida.
  • Experiencia laboral temprana: Trabajar mientras estudias te brinda la oportunidad de obtener experiencia laboral antes de graduarte. Esta experiencia puede ser valiosa para tu futuro, al permitirte aplicar lo aprendido en el aula a situaciones reales y te hace más atractivo para futuros empleadores.
  • Red de contactos profesionales: Trabajar te brinda la oportunidad de conocer a personas de diferentes ámbitos profesionales y construir una red de contactos. Estas conexiones pueden ser valiosas para tu carrera futura y pueden abrirte puertas en el mundo laboral.
  • Desarrollo de habilidades de gestión del tiempo: La combinación de estudiar y trabajar te obliga a organizar mejor tu tiempo y establecer prioridades. Esto puede ayudarte a desarrollar habilidades de gestión del tiempo y aumentar tu productividad.

Espero haberte ayudado con mi historia. Gracias por leerme y éxito en tu vida profesional.

💡
Las opiniones y comentarios emitidos en este artículo son propiedad única de su autor y no necesariamente representan el punto de vista de Listopro.

Listopro Community da la bienvenida a todas las razas, etnias, nacionalidades, credos, géneros, orientaciones, puntos de vista e ideologías, siempre y cuando promuevan la diversidad, la equidad, la inclusión y el crecimiento profesional de los profesionales en tecnología.